Cómo estudiar sin agobiarte gracias a la receta secreta de la lasaña

Tenía dieciocho años y estaba de vacaciones en la playa. Era uno de esos veranos con amigos, noches largas y días tumbados al sol y como en toda historia memorable de verano también había una chica, la chica perfecta, todo aderezado con baños en el mar, paseos en la playa y cervezas heladas. La historia de amor perfecta. 

Mientras yo disfrutaba de mi enamoramiento mis amigos se divertían ridiculizándome y riéndose de mi, habían encontrado la forma perfecta para ponerme en una situación incómoda: le habían dicho a Julia que era un experto en la cocina y que le prepararía una cena romántica de chef ese fin de semana. 

Nada más lejos de la realidad, la única parte que me gustaba era la idea de pasar tiempo con ella pero lo de la cocina todavía no estaba entre mis mejores habilidades. 

Vistas las expectativas que había creado me negaba a decepcionarla, así que decidí intentarlo y despertar el chef que tenía dentro, escondido en algún lugar. 

Hay que decir que lo intenté, cogí todos los ingredientes que tenía en la nevera con la intención de crear la lasaña, que era uno de sus platos favoritos. Al empezar a combinar los elementos me di cuenta de que entre la teoría y la práctica hay una enorme diferencia porque aquello que en mi cabeza parecía claro, una vez me puse a mezclar los ingredientes, el resultado no tenía nada de parecido con la lasaña que tenía en mente. 

Un poco corto de tiempo y algo desilusionado, cogí el teléfono y llamé a la mejor chef del mundo: mi madre. Después de una hoja entera de apuntes con las indicaciones precisas sobre qué, cómo y cuándo añadir de cada cosa volví a enfrentarme con la cocina y empecé de nuevo. 

Para ahorraros los detalles de lo que vino después, simplemente os contaré que salí de casa y fui al mejor restaurante italiano para comprar la mejor lasaña.

Cocinar y hacerlo bien requiere un gran esfuerzo y como en aquello donde quieres tener grandes resultados, no es lo único para lo que es necesario esforzarse. 

Estudiar es otro ejemplo de una tarea donde hay que esforzarse. 

 

Si quieres saber cómo estudiar sin agobiarte,

hay dos lecciones que tienes que aprender. 

 

LECCIÓN Nº 1. Todo aquello que todavía no sabes hacer es agobiante. 

Tal y como en el caso de la lasaña, para mi madre o para cualquier gran chef hacer una lasaña es como cocer y cantar.  Mi madre no se agobia cocinando porque lo ha hecho miles de veces y siempre le ha salido bien.

Con el estudio es exactamente lo mismo: si no sabes estudiar, si “intentas” cualquier cosa para conseguirlo sin saber qué es lo que funciona y qué no, es normal que te agobies. 

En cambio, cuando aprendes exactamente cómo hacer para que tu mente sepa memorizar la información, todo es mucho más fácil, igual que lo es para mi madre la lasaña.

 

LECCIÓN Nº 2. La práctica siempre es mejor que la gramática.

Después de la experiencia en el mar con la lasaña, volvía casa después de las vacaciones y pedí a mi madre que me enseñara a prepararla. 

Cuando tienes a tu lado un experto que te dice la cantidad precisa de ingredientes, el tiempo que tienes que dedicar a una cosa u otra o cuánto tiempo dejarla en el horno, todo ha sido muchísimo más fácil.

No basta con saber la teoría sobre cómo funciona la mente porque a diferencia de la lasaña que más o menos se hacen siempre de la misma manera, si hablamos del estudio cada persona tiene una forma diferente de aprender, por eso no es posible encontrar la receta perfecta para aprender de un libro. Simplemente porque no existe un método que sea bueno para todos. 

Aunque conozcas cuál es el mejor método de estudio para ti, si no tienes a tu lado a alguien que te ayude a aplicarlo de forma precisa en tu ámbito de estudio y conseguir el resultado que quieres, no hay ninguna posibilidad de que puedas estudiar sin agobiarte. 

 

Los ingredientes para estudiar sin agobiarte.

Seguramente ahora tendrás claro que la única solución es descubrir cuál es el método de estudio que se adapta mejor a ti, un método personalizado, y contar con alguien que te ayude a ponerlo en práctica. Puedes apuntarte a una de nuestras conferencias gratuitas en cualquiera de nuestras sedes para ver con tus propios ojos lo fácil que puede ser estudiar si tienes los instrumentos para hacerlo. 

Mientras tanto quiero darte algunas indicaciones para que puedas empezar a poner en práctica y agobiarte menos cuando estudias: 

1. Tienes que descubrir el tiempo que necesitas para obtener un resultado, porque la percepción de agobio se produce cuando sientes que tardas demasiado tiempo para lograr un resultado.

Es un poco como correr en una carrera: si sabes que tienes que correr 7 km, en el quinto kilómetro necesitas saber cuánta energía necesitas, cuánto tienes que esforzarte y cuánto tienes que resistir. Si en cambio comienzas a correr y no tienes idea de cuánto tienes que correr, la percepción de fatiga te impedirá esforzarte cuando deberías, reducir la velocidad cuando estás cerca o acelerar cuando no lo estás. Si aún no lo ha hecho, te invito a leer el artículo «Cómo estudiar 50 páginas en un día» que te da consejos útiles sobre cómo medir tu tiempo y cómo organizarte mejor.

2. Una segunda razón por la que te sientes agobiado cuando estudias es la dificultad para comprender y estructurar el texto. Sin saber realmente cómo estudiar, terminas estudiando pasivamente, leyendo y subrayando, transcribiendo, repitiendo, sin saber cómo optimizar la comprensión, no sabes exactamente cómo elaborar mejor la información, por lo que no sabes cómo conectar la información más importante con aquello que ya has leído. 

Por esta razón, es importante estudiar por ciclos. Es decir, si necesitas estudiar sin cansarte, primero tienes que averiguar tu rendimiento, podrías hacer un ciclo de 25 minutos, 5 minutos de pausa y un repaso de 5 minutos de la información que has adquirido.

Luego, alarga 45 minutos de estudio y 10 minutos de pausa y 10 minutos de repaso, hasta llegar a 90 minutos de estudio, luego 10 de pausa y 10 de repaso.

Solo entonces puedes comprender realmente cuánto puede rendir en la unidad de ese ciclo y así descubrir la cantidad de ciclos que necesitas para la cantidad de páginas que tienes que estudiar. Esto te permitirá tener más control sobre el estudio y te hará sentir menos cansado en el estudio.

3. Tercer consejo: reemplaza el multitasking por el monotasking, es decir, hacer una cosa a la vez, de una manera que no te canse y, sobre todo, puedas entender y comprender qué información necesitas. Empieza por dividir los temas principales, luego haz una selección de la información más importante, de tal manera que tengas un conocimiento general del examen, para luego poder profundizarlo añadiendo detalles.

Tienes que aprovechar la ley de Parkinson.

Esta famosa ley dice que, independientemente del tiempo que tienes a disposición usarás el tiempo del que dispones para conseguir el resultado. 

En otras palabras, si tiene que estudiar un tema que normalmente estudias en media hora, pero tienes 3 horas disponibles, terminarás usando las 3, simplemente porque, debido a distracciones, debido a una mala comprensión, o por no tener un objetivo establecido que alcanzar, terminas perdiendo más tiempo del que deberías.

Por lo tanto, un tercer consejo práctico: reduce el tiempo de estudio al mínimo, como si siempre tuvieras la cita más importante de tu vida justo después.

Para utilizar mejor la ley de Parkinson deberías conocer los resultados del test del método de estudio personalizado, para comprender exactamente qué funciona mejor para ti y qué estrategia utilizar.

Puede probar el test GRATIS contactando con una de nuestras sedes y concertar una cita con uno de nuestros preparadores personales.

Sin pruebas y análisis, continuarás con el ensayo y error, aunque las instrucciones que te di (preparándolo para estudiar lo que normalmente estudiaría en dos horas en 40 minutos) verán resultados increíbles.

Sé que puede parecer imposible, pero créeme, esta es una herramienta muy poderosa.

En conclusión…

Para estudiar sin esfuerzo necesitas:

1. Saber leer y comprender la información principal

2. Saber cómo organizarla

3. Saber cómo recordarla a largo plazo,

4. Saber exponerla.

Puedes aprender cómo hacer todo esto mucho menos tiempo, cuando conoces la receta y tienes a alguien a tu lado que sabe cómo hacerlo que te enseñe a hacer lo mismo.

¿Mi palabra y mi triste experiencia con la receta de lasaña de mi abuela no son suficientes?

Entonces te invito a dar un paseo y leer los más de 1.000 testimonios certificados por la asociación de consumidores, EL SALVAGENTE.

¿No obtiene los resultados deseados en el estudio?

Dame una hora,

y lo solucionamos!

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