Pospones las cosas y no sabes por qué? Puede ser un signo de perfeccionismo.

La vida está llena de imprevistos y cambios, pero no obstante esto unos cuantos de nosotros pretendemos tener el control de todo lo que pasa, queremos tener el poder no solo sobre nuestras acciones y decisiones sino también sobre todo lo que sucede a nuestro alrededor y que, a veces, no tiene nada que ver con nosotros.

Queremos llegar a clase y que todo vaya según lo planeado: que todos nos quieran, que las clases sean fáciles y consigamos siempre buenas notas, que el profesor nos admire por nuestra inteligencia y perspicacia… Evidentemente algunas de estas cosas las podemos provocar con nuestra actitud y proactividad, pero esto no garantiza que todo salga a imagen y semejanza de cómo lo hemos estructurado en nuestra mente.

Las personas que esperan que todo salga según sus planes son especialmente exigentes consigo mismas hasta el punto de no dormir para conseguir lo imposible, son grandes ambiciosos y soñadores que creen que ningún obstáculo se les interpondrá en el camino hacia sus metas, aunque algunas de ellas sean poco realizables.

Estas características nos hacen deducir que estamos frente a una persona perfeccionista, y dado a ese alto nivel de autoexigencia no saben delegar sus obligaciones, puesto que piensan que nadie puede hacer las cosas mejor que ellos mismos, buscan destacarse por encima de los demás y no están satisfechos hasta no haber alcanzado la cima del éxito a cualquier precio.

El perfeccionismo es una conducta que se puede percibir como algo positivo pero que también puede ocasionar bloqueos y daños colaterales a quien lo vive porque pensémoslo, ¿qué es la perfección?.

La perfección es solo un ideal, es algo que puede existir solo como idea pero no en la vida real, pensemos en el ejemplo de las matemáticas. Las matemáticas son perfectas en si mismas pero cuando las aplicamos al mundo real mediante la física encontramos un montón de irregularidades.

La perfección no existe e intentar alcanzarla es fuente de una gran insatisfacción, deterioro de la salud, una baja autoestima, relaciones conflictivas y un pobre autocontrol.

Hay grandes diferencias entre el perfeccionista y la persona tenaz y determinada.

Por ejemplo, el atleta campeón, el estudiante modelo y el profesional de éxito son personas que se fijan objetivos muy elevados y que son determinados en alcanzarlos pese a que por el camino se encuentren con momentos de dificultad, cometan errores y sufran altibajos.

Son personas que busca una performance impecable pero que a su vez tiene también una elevada tolerancia a la frustración, lo cual les permite seguir adelante cuando no todo sale según lo previsto.

Los perfeccionistas, en cambio, también pretenden una performance impecable pero lo hacen de una forma exhaustiva, tanto que cada vez que encuentran un obstáculo se agobian por resolverlo cuanto antes.

¿Qué ocurre si las cosas no salen perfectamente a la primera?

Lo que ocurre es que el perfeccionista lo seguirá intentando hasta agotar todas sus fuerzas, porque si hay una cosa que no hace es darse por vencido.

Intentarlo sin descanso genera grandes niveles de estrés y para paliarlo, como nunca pide ayuda, aplaza las tareas, que empiezan a acumularse, entrando así en el ciclo de la procrastinación, lo que le lleva no solo a postergar sus tareas, sino también sus objetivos.

Esto se debe a que todo perfeccionista tiene miedo de fracasar, teme enormemente no estar a la altura de las circunstancias y fallar, por ello cuando hay alguna tarea que se le resiste prefiere aplazarla en lugar de enfrentarla y equivocarse.

El resultado es que al no alcanzar sus metas, su autoestima se resiente aún más y comienza a pensar que no es suficientemente bueno, entrando en un estado de apatía.

Si este es tu caso y ya no quieres seguir posponiendo tus objetivos, si vives mal el hecho de vivir siempre en guardia o si no puedes soportar el fracaso, no te preocupes, te voy a enseñar varias formas para acabar con este círculo vicioso de dificultad- miedo- procrastinación.

1. Si te sientes con la obligación de ser perfecto y de hacer todo perfectamente porque sino no te sientes lo suficientemente satisfecho contigo mismo y con tus resultados lo que tienes que hacer es pensar en lo siguiente:

¿Cómo podrías empeorar la situación en la que te encuentras?

Si te encuentras en una situación en la cual las cosas no te están saliendo como quieres piensa cómo podrías hacerlo peor e inventa la teoría más fatalista posible. Por ejemplo, imagina cómo podrías arruinar la exposición de tu master. Visualiza todo lo que podría salir mal y cómo te sentirías en una situación así, cuánta vergüenza pasarías y qué pensarían de ti los demás.

2. Si en cambio, eres de los que sienten que sacar una mala nota o contestar mal a una pregunta es su peor pesadilla tienes que hacer lo siguiente:

Cuando estés estudiando o trabajando tienes que dedicar 15 minutos de tu tiempo a cometer errores, a equivocarte.

Puede ser en responder a una pregunta, en la ortografía o en cualquier otra cosa pero tienes que probar qué significa hacerlo mal.

Antes de que te empiece a dar taquicardia déjame decirte que también esto tiene un sentido. De esta manera te darás cuenta de que no pasa nada si te equivocas en alguna cosa, no pasa nada si sale algo mal o si pierdes un poco el control. Además te ayudará a estar más relajado y a tomarte menos en serio a ti mismo y a tus tareas.

3. El perfeccionismo también llega a la escritura y quienes más lo padecen son los escritores, pero también alumnos y profesionales que tienen que redactar cartas o trabajos. Son aquellas personas que hasta que no encuentran la frase correcta no empiezan a escribir o que vuelven a empezar constantemente porque no les gusta cómo ha quedado el escrito. Para estos casos la indicación es la que sigue:

Empieza a escribir.

No importa que no sea la frase ingeniosa y brillante que te hubiera gustado poner, igualmente la escribes y sigues escribiendo todo aquello que se te venga a la mente, evitando corregirlo.

Si escribes a mano también puedes escribir en sucio, haciendo una mala caligrafía, saltándote renglones, no respetando los márgenes, etc. Puedes usar tu creatividad.

Estos tres ejercicios te permiten romper tus propios esquemas y empezar a tomarte menos en serio mientras disfrutas de las pequeñas imperfecciones de la vida y de sus cambios. A veces perder el control y divertirse es la mejor opción para vencer al perfeccionismo así que evita posponer también estos ejercicios y empieza el reto de tomarte más a la ligera.

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