¿Alguna vez has pensado en emprender? En colgarte el título de “emprendedor” cada vez que te pregunten “y tú, ¿qué haces en la vida?”.
Sobretodo cuando todavía estás en la universidad, imagínate poder decir con satisfacción que, mientras todos los demás están agobiados por los exámenes y los trabajos, tú te las has ingeniado para empezar a construir tu sueño empeñándote más y aprovechando cada segundo.
O tal vez estás en el otro bando de los que todavía siguen creyendo que con el título en la mano y un máster en camino se presentarán en una empresa o delante de un inversor y, con la voz un poco temblorosa por no haber hecho nunca antes ninguna experiencia laboral, conseguirán posicionarse como director general de una empresa.
Aunque la edad ya no es un factor condicionante para llegar a esos puestos, sí que lo son la experiencia, habilidades y conocimientos que has adquirido y desarrollado durante tus primeros años.
Hoy son muchos los adolescentes que antes de entrar a la universidad ya han creado una tienda online, una start up o que están avanzando con paso firme en el marketing digital, así que no te sorprendas si quien te hace la entrevista tiene todavía algunos signos de pubertad en la frente o el mentón.
¿Cómo es posible? Mientras tú te estresas por los exámenes hay chicos que al abrir su cuenta bancaria ya han descubierto qué se siente ganar su primer número de cinco cifras.
Pero no todo es cocer y cantar. Lo que en apariencia puede parecerte fácil y rápido es fruto de un camino de dedicación y empeño, eso sí, con una enorme dosis de ilusión.
Los aventureros que se deciden a emprender saben que les esperan tiempos donde dormir a veces será opcional, en los que tendrán que esforzarse más y priorizar unas actividades sobre otras, pero también saben que todo ello merece la pena porque en su mente ya tienen su objetivo claro.
Todo comienza por un objetivo definido, desde una sesión de estudio hasta un proyecto benéfico.
Y después: el plan.
Es decir, el “cómo”. Un gran objetivo necesita de un gran plan.
Es en este paso donde la mayoría de personas se estanca de forma indefinida. Cómo decidir cuál es el camino más directo para llegar de A a B en el menor tiempo posible cuando hay tantas posibilidades, cuando en cada portal de internet y canal de Youtube te encuentras con diferentes estrategias pero te das cuenta de que no puedes probarlas todas.
Después de divagar en un mar de información, muchas veces contradictoria, te empiezas a dar cuenta de que estás a años luz de tu objetivo, te faltan demasiadas cosas, te das de que deberías hacer una carrera paralela para poder aprender todo lo que necesitas saber para poner en marcha tu proyecto.
Pero tú quieres seguir adelante, y como buen emprendedor junior vas a la librería en busca de un poco de conocimiento y encuentras una sección de más de 100 libros, piensas que deberías leerlos a todos y solo eso te hace sentir un poco nervioso. Finalmente te decides a compras tu primer libro: 600 páginas.
Pero has empezado bien:
“La formación y el aprendizaje son la materia prima del emprendedor. Mucho más que el dinero o la idea”, afirma Mike Cobián, socio general de The Valley Venture Capital.
Entonces te encuentras con tu primer enemigo: el tiempo.
Para poder aprender, leer, estudiar, investigar e interiorizar todo lo que te sirve para ser el emprendedor que te gustaría necesitarías más vidas que un gato. Si para leer un libro tardas más de un día, para aprender un idioma más de un mes, si no sabes aprender rápidamente cualquier información y organizarla y si tu memoria a largo plazo es más parecida a una laguna donde flotan sin rumbo conocimientos perdidos tienes un problema.
Un emprendedor tiene que seguir formándose y aprendiendo durante el resto de su vida, constantemente aparecen nuevos libros e información, muchas dinámicas cambian y muchas otras son novedades de última hora como todo el conocimiento informático y digital que a día de hoy son fundamentales para la mayoría de los trabajos.
La formación y el aprendizaje son la materia prima del emprendedor pero lo que marcará la diferencia en sus objetivos es la rapidez con la cual se forma y aprende.
Aprender más rápidamente es un must, pero no solo se trata de estudiar, sino también de recordar a largo plazo lo aprendido, organizar la información en la mente de forma que sea claro para ti y también para compartirla con otras personas y cómo leer y comprender lo que lees en menos de la mitad de tiempo.
Imagina si pudieras aprender en 1 hora lo mismo que ahora necesitas 8 horas.
No solo para emprender ese proyecto que tanto te hace ilusionar, sino para poder hacerlo mientras estás estudiando en la universidad sin sacrificar tus notas o tener que esperar, como hace la mayoría, hasta el cuarto año para empezar a construir tu vida.
La universidad es ese breve lapsus temporal donde experimentar, aprender y divertirse, pero también donde puedes poner las bases para todo lo que quieres que llegue después (o durante).
Si has pensado que es imposible y que estas cosas son solo para unos pocos que han tenido suerte o que tienen “contactos”, te recomiendo que no te conformes y eleves tus ambiciones, porque cuando tus sueños son más grandes que tus dudas ninguna barrera es lo bastante grande ni ningún objetivo imposible.
Si en cambio solo el hecho de pensar en conseguir todo esto te entusiasma no dejes escapar un año más y empieza desde ahora a conquistar tus objetivos a lo grande.